Historia
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  • Zinnia Martínez | Coordinadora de Comunicación

Cuando se entra a la Academia Albert Dance en la zona de Verón (Bávaro, Republica Dominicana) se nota que es un espacio para la creación y el aprendizaje. Grandes espejos para las clases de baile, una pequeña pasarela para las de modelaje y un rincón muy colorido dedicado a la pintura y las artes plásticas.

Su director, Alberto Salazar prepara cada detalle del próximo montaje de la temporada; el clásico navideño de Tchaikovsky, El Cascanueces. Pequeños tutus, caballitos de madera, disfraces de ratoncitos, descansan en los rincones mientras esperan la llegada de las decenas de niñas y niños que esa tarde vienen al ensayo de la presentación.

Alberto Salazar, proveniente de la isla de Margarita (Venezuela) llegó a República Dominicana en el año 2017, con un grupo de amigos a buscar una mejor calidad vida haciendo lo que les gusta: bailar. ¿La oportunidad? Un contrato para bailar en eventos musicales destinados a los hoteles de la zona de Punta Cana.

Durante un lapso de un año y siete meses, Salazar no solo probó ser un experto en la danza, sino que también se desempeñó como coreógrafo, maquillador, peinador y diseñador de vestuarios. Su experiencia en la escena artística venezolana, donde ya poseía una academia de entretenimiento, le ha permitido ganarse la vida con sus habilidades artísticas en una zona como Punta Cana donde el sector turismo requiere siempre de la creatividad y el entretenimiento.

Alberto, con gran esfuerzo y sacrificio ha logrado superarse y levantar un versátil y próspero negocio que ya cuenta con más de 80 estudiantes, “Yo esperé un tiempo para abrir mi academia porque quería hacer algo grande, algo bonito, algo que se viera bien… he tenido que irme ganando la confianza de las madres y representantes, al principio no ven bien que el profesor sea un hombre, pero con mucho respeto y seriedad en lo que hago, me he ido ganando su  confianza” señala Alberto.

Ha cultivado un ambiente donde la confianza es clave, cuidando cada detalle para asegurar un entorno seguro y propicio para el aprendizaje y la expresión artística.

La filosofía de Alberto es clara: marcar la diferencia a donde llega y fomentar la cultura artística en la comunidad. A través de su academia @albertdance_puntacana, ofrece clases de ballet, modelaje, actuación, teatro, canto, dibujo y pintura, con el objetivo de formar individuos multifacéticos y buenos ciudadanos.

En su academia trabaja de lunes a sábado y algunos domingos, incansable, porque quiere hacer de todo un poco y aprovechar al máximo su espacio. “Me gusta ayudar a niños de bajo recursos también, que tienen un talento súper inmenso, tengo un grupito desde los 6, 7, 8 años y los he llevado incluso a competencias en Santo Domingo y hemos ganado en múltiples ocasiones” subraya mientras muestra orgullosos los trofeos y reconocimientos que han obtenido en competencias locales e internacionales.

La obtención del carné de trabajador temporero del Plan de normalización para venezolanos implementado por el gobierno dominicano fue un paso crucial para garantizar su seguridad y ampliar sus oportunidades laborales. “Cuando comenzaron a pedirlo para dejarnos trabajar en los hoteles de la zona, resolvimos obtenerlo y tener ese documento nos ha permitido seguir laborando. Además de quitarnos la preocupación permanente de ser deportados, ahora me siento seguro y espero en el 2024 ir a visitar a mi familia”

Desde que llegó al país, Alberto no ha podido ir a visitar a la familia. Ha priorizado el ahorro y crecimiento de su negocio. Para obtener su carné acudió a la ventanilla de orientación migratoria que la OIM en alianza con la organización Churún Merú y agradece la orientación personalizada que le dieron para lograr culminar su proceso.

Su integración al país no solo tiene objetivos personales, quiere contribuir a la zona en la que vive, compartir conocimiento con los niños, fomentando el amor y respeto por el ballet clásico, pero también por el arte y la cultura en general. “Aquí hay mucho talento, pero requiere de apoyo, de visibilidad y reconocimiento” y ese se ha convertido en su propósito.

“He ido aprendiendo y estudiando sobre la cultura dominicana, desde los orígenes taínos hasta el merengue tradicional y moderno” señala. La bachata, esencia musical del país, también se convirtió en parte fundamental de su repertorio.

Además de la música y la danza, Alberto ha desarrollado un aprecio genuino por la gente dominicana, las playas y la solidaridad con la que lo han recibido.

Su travesía migratoria ha logrado sumarle a su talento y habilidades artísticas, la experiencia inmensa de integrarse a una nueva cultura, los aprendizajes de ser emprendedor en un país diferente al suyo y la riqueza de la solidaridad y empatía como forma de vida.

Alberto Salazar, bailarín y coreógrafo durante los ensayos

He ido aprendiendo y estudiando sobre la cultura dominicana, desde los orígenes taínos hasta el merengue tradicional y moderno” señala. La bachata, esencia musical del país, también se convirtió en parte fundamental de su repertorio.

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